Qué atrevida es la ignorancia.
Una de las cosas que nos han traído Vox y las derechas es la pérdida de la vergüenza a la hora de decir lo que a uno le dé la gana. Y, oye, eso tiene su parte buena: es libertad. Pero también te deja desnudo ante los demás.
Yo, por ejemplo, tengo en la radio una campaña con un claxon que suena cada vez que alguien suelta un taco en antena. Da igual quién sea. La propia alcaldesa Pelayo dio un brinco cuando, en Tarde de Mujeres, se le escapó uno. Nadie se libra. Ni yo mismo: cuando se me escapa alguna palabrota, también suena mi campana.
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